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Mi primera ruta por el sudeste asiático

Posted by on September 19, 2013

Bueno! como por algún sitio hay que empezar y respondiendo a la pregunta del millón que mucha gente te hace,”¿cual es el país mas bonito que conoces?”, la pregunta inocente se convierte en una trampa difícil de responder, pues todos tienen su particularidad que hace difícil una respuesta tan subjetiva; aunque no me atrevería a responder que país, sí me atrevería a responder qué zona de la tierra es mashermosa, exuberante y atractiva y ésta, sin lugar a dudas correspondería al Sudeste Asiático, el cual siguiendo un orden geográfico para no ir venir sin sentido, empezaremos por Indonesia concretamente por Sumatra. Solamente golpear con este nombre mi mente, casi se me erizan los pelos, pues evoca aquella belleza de naturaleza tan bestial, tan magnífica, tan generosa que pocos contemplando aquella selva ecuatorial tan prolífica podrían imaginar que en esta isla sucedió hace unos 70.000 años una megaerupción de lo que llaman un supervolcán que a punto estuvo de acabar con la raza humana u “homo sapiens” recién evolucionado, estrenándose en el planeta, tal fue la cantidad de ceniza y roca fundida que arrojó a la atmósfera que se calcula en varios miles de kilómetros cúbicos, dejándonos sumidos en las tinieblas durante al menos una década, lo que ocasionó la desaparición de especies y dejó reducidos nuestros antepasados a solo apenas unos miles de individuos que sobrevivieron dando origen a casi los 7000 millones de la actualidad. Nunca más en la historia de la humanidad ha vuelto a ocurrir semejante hecho lo que nos lleva a pensar que éste será tal vez algún día nuestro holocausto.

Yo, quería ir allí y contemplar lo que casi ocasionó el colapso de nuestra evolución. El lugar en cuestión es la caldera del Lago Toba de casi 100km. de largo por 40 de ancho situada en la mitad norte de la isla.

Había llegado a Sumatra procedente de Malasia cruzando el estrecho de Malaca desde Penang (Malasia) en un recién inaugurado hidrofoil que en apenas 6 horas me dejó cerca de Medan, capital de la isla y sin mucho en particular que ver, aunque conserva aún edificios de la época colonial holandesa y alguna mezquita. Pronto empecé a tomar contacto con lo que iba a ser este país en los próximos meses, tráfico infernal y ruidoso, comida muy sabrosa, gente amable y amistosa y pensiones o “guest house” encantadoras y baratísimas, pues no me podía permitir alojarme en hoteles de cierta categortia; ¡Viva Indonesia! Gritaba entusiasmado, pues a pesar de mi reducido presupuesto iba a poder sobrevivir. Calculo que en el tiempo que permanecí allí, y fueron meses no me gasté mas de 6 a 9 euros diarios, y puedo asegurar que no me privé de nada. Descubrí en aquellas guest house un invento tan sencillo y simple que incluso lo he llegado a echar de menos en nuestro país, lo llamaban “mandi” y no era otra cosa que en el cuarto de baño un pequeño depósito de agua y un cazo de plástico que flotaba, de forma que no se perdía nunca, para… a tu antojo, rociarte de agua a modo de ducha-cascada y refrescarte de aquel calor húmedo y pegajoso en plan Tarzán. Siempre he mantenido la teoría de que un país funciona bien si no hay problemas con la fontanería, o bien no van los desagües, o bien meten ruido las cañerías al abrir o cerrar los grifos, o bien se corta el suministro, en fin una tortura que nos permite desde el primer día hacer un juicio de “tercermundismo”, independientemente de la situación geográfica del país en cuestión, y sacar nuestras propias conclusiones. Ya veis de qué forma tan sencilla este problema lo solucionaron; no obstante cierto es  que no era necesario que el agua estuviera caliente, es mas se agradecía su frescor, y poco importaba si salpicabas mucho o poco pues todo iba al mismo desagüe, el retrete, del tipo que llamamos “hacer el águila”.

Salí de Medan temprano por la mañana para descubrir que una furgona normalitapodía transportar unas 20 personas, cuatro bancos corridos de madera a cinco personas, de las indonesias claro!, pues con los “guiris” siempre tenían problema de acomodación. Pensé,- no me queda nada con lo grande que es este país- menos mal que el bautismo de espacio no duró mas de 5 horas. Todo aquel martirio quedó disipado al contemplar aquella belleza cuando se abrió ante mis ojos aquel lago sereno, inocente, que rebosaba paz, aunque en su interior guardaba aquel secreto ocurrido en el amanecer de nuestra especie ¡quien lo diría! Samosir, la isla que resurgió después de la erupción ocupaba casi la mitad del lago y estaba coronada en sus orillas por preciosas  y originales casas en forma de cuernos de carabao o búfalo de agua, animal que les da la vida por su carne, leche y fuerza para trabajar los arrozales o simplemente para tirar de los carros. Fue en una de  aquellas casas tan acogedoras donde me alojé. Salí a la terraza admirando mi entorno y pensando que Hemingway había estado allí a principios del pasado siglo cuando me despertaron de mi ensoñación,-¡ hey friend!- me llamaban desde una pequeña canoa dos hombres, vaya! se acabó la paz. Me ofrecían “magic mushroom”; no hacía falta ser un experto para deducir que aquello te “colocaba”, la cosa era cómo. Tenía curiosidad por averiguar como se tomaba aquello y les llamé; simplemente había que echar aquellas setas en una tortilla francesa y hala! a ver colores de todo tipo. Me quedé con las ganas de probar pero preferí indagar mas sobre el tema, y qué bien hice, pues mas adelante en otra isla conocí una pareja de suizos que lo habían probado y élla se había sentido francamente mal aunque para él había resultado bien la cosa pues de nuevo hizo hincapié en los colores, por lo visto aumenta la intensidad de aquellos colores tan fuertes. Con aquello me quedé y me sirvió para no hacer ningún experimento, yo, particularmente apreciaba muy bien aquel entorno sin tortillas ni setas.

Después de varios días de paz y reflexión decidí ir a la próxima etapa luminosa de Sumatra, Bukit Lawang; por fin iba a tener la oportunidad de observar en su habitat al Orangutan. Una de las razones prioritarias por las que viajo siempre ha sido, es y será el contemplar la fauna en su entorno natural, eso te permitirá llegar a lugares vírgenes donde aún no hemos invadido ni trastocado mucho, pues de otro modo los animales se habrían ido o sencillamente extinguido.

Bien, hoy aquí lo dejamos y la próxima semana os seguiré contando cuando ví un robusto Orangutan y un poco mas de Sumatra.

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